#ElPerúQueQueremos

Venta de piratería en el mercado "El baratillo" de cusco. Foto: Santiago Alfaro

Economía contra la piratería

La política de control de la piratería seguida por el Estado peruano ha fracasado. La solución pasa por hacer más competitivos los precios de los productos formales.

Publicado: 2015-04-25

Leyes estrictas, incautaciones, campañas educativas y procesos judiciales: esos son los cuatro componentes de la estrategia para combatir la piratería seguida desde el 2003, por el Instituto Nacional de Defensa de la Competencia y de la Protección de la Propiedad Intelectual (INDECOPI).  

A poco más de una década de su implementación, no existen indicios que hayan disminuido los niveles del comercio de productos sin licencias de derecho de autor. Las incautaciones y campañas de sensibilización no han motivado cambios en los patrones de producción y consumo. Tampoco muestra eficacia el reforzamiento de las leyes e institucionalidad contraria a los delitos de propiedad intelectual. El Estado peruano ha fracasado en su lucha contra la piratería.

Antes que en la magnitud de las acciones implementadas, el error está en el enfoque. ¿La razón? El principal factor para comprender la piratería ha sido dejado de lado: la fijación de precios. Tal como lo señala una investigación liderada por la Social Science Research Council de Nueva York y la American Assembly de la Universidad de Columbia, la piratería existe en aquellas partes del mundo donde se combinan altos precios de los bienes y servicios culturales, bajos ingresos de los consumidores y bajos costos de las tecnologías digitales.

Se calcula que anualmente son importadas al perú 100 millones de unidades ópticas (CD/DVD/blu-ray).
Foto: Santiago Alfaro

Luego de analizar la piratería en siete países emergentes, el estudio (Media piracy in emerging economies) concluye lo siguiente: la mirada debe posarse sobre la economía antes que en la radicalización de las leyes y sanciones o en la difusión de información sobre la propiedad intelectual. Sin empresas capaces de adaptar la forma de generar sus ingresos al cambio tecnológico y hacer más competitivos los precios de los productos legales, el negocio seguirá siendo controlado por los piratas.

“Es la economía, estúpido”

En febrero del 2015, la Federación Nacional de Comerciantes de Productos Audiovisuales (FENOPAC), gremio de los principales distribuidores de piratería, anunció que comercializarían películas nacionales originales a bajos precios (entre 5 y 10 soles), en el marco de la campaña "Sé legal con el cine peruano". El rápido éxito de la decisión, fruto del acuerdo con un grupo de cineastas nacionales, corrobora el argumento señalado. En pocas semanas llegaron a venderse 25 mil DVD de las cintas Viejos Amigos, El Mudo y Perro Guardián.

Según Julio Eustaquio, presidente de la FENOPAC, la iniciativa tuvo a la experiencia vivida en Ecuador como una fuente de inspiración. Allí, una alianza similar incluyó el apoyo del Estado. La nueva regulación logró ampliar el comercio formal. Hacia el 2014, según el Instituto Ecuatoriano de Propiedad Intelectual, solo la película “A tus espaldas” vendió a bajos precios 75.000 copias autorizadas.

Julio Eustaquio rodeado de películas nacionales.
Foto: FeNOPAC

El problema con ambos casos es que la estrategia seguida privilegia el cine consumido por los sectores de mayores ingresos. Deja de lado las producciones audiovisuales que tienen más demanda en el mercado: los videos de música, fiesta y comicidad popular, así como las películas de bajo presupuesto, conocidas aquí como “cine regional” y allá como cine “bajo tierra”.       

Igual, su limitado alcance no invalida la capacidad de la estrategia para expandir las fronteras de la formalidad. Potenciarla, requiere que la inversión y atención pública se traslade hacia la promoción de iniciativas empresariales dirigidas a desarrollar nuevos modelos de negocio y políticas de precio en las franjas más masivas.

En ese sentido, la lucha contra la piratería sólo tendrá éxito si, aparte de multiplicar acuerdos entre creadores y distribuidores informales, se apoyan a editoriales o productoras formales mediante financiamiento o asesoría técnica. De no haber cambios en INDECOPI y de no involucrarse en el tema el Ministerio de Cultura, como en el cuento Monterroso, cuando despierten, la piratería todavía estará allí.

*Artículo publicado originalmente en la edición de abril de la revista Poder

(1) En "Peruwood: la industria del video digital en el Perú" (Latin American Research Review, Vol. 48, Special Issue 2013) analizo el origen, cadena de valor, productos y modelos de negocio de la industria formal de videos digitales existente en el Perú. También desarrollo allí propuestas para promover economías lícitas de productos audiovisuales a través de políticas culturales. 


Escrito por

Santiago Alfaro Rotondo

Sociólogo que navega entre el desarrollo y la política cultural


Publicado en

Anomalía cultural

Un blog sobre gestión y política cultural